En Chile, bajo el régimen de separación total de bienes, los patrimonios de los cónyuges se mantienen separados durante el matrimonio. Cada cónyuge es dueño exclusivo de los bienes que poseía antes del matrimonio y de los adquiridos después de él. Los bienes no se mezclan, y cada cónyuge tiene control y propiedad sobre sus propios activos y deudas.
En caso de que un matrimonio con separación de bienes se termine, cada cónyuge se quedará con su propio patrimonio, con lo que adquirió a su nombre antes y durante la vigencia del régimen.
En caso de herencia, cuando uno de los cónyuges fallece, su patrimonio se transmite a sus herederos, sin mezclarse con el de su cónyuge sobreviviente. En caso de no haber testamento, la ley señala que el viudo/a heredará una porción de la herencia que será el doble de la cuota de cada hijo/a.