Un testaferro es alguien que pone su nombre al servicio de otra persona, para aparecer como legítimo propietario de activos que en realidad no le pertenecen. El término tiene su origen en el italiano, significando literalmente “cabeza de hierro”.

Un testaferro es una persona física que presta su identidad en un contrato o en un negocio que corresponden a otra persona.
Conocidos también en algunas latitudes del mundo como "hombres de paja", estas figuras prestan toda su vida para cumplir con sus propósitos. Desde sus cuentas bancarias personales o de empresas de las cuales tienen participación accionaria. Hasta el inventario de viviendas, terrenos, vehículos y activos de cualquier tipo que sí le pertenecen.
Dentro de la opinión pública, se trata de un concepto con una importante carga negativa a cuestas. Para la mayoría de la población, se trata de figuras oscuras, cuyo principal objetivo es el de encubrir y cometer delitos. Siendo los más comunes el blanqueo de capitales provenientes de la corrupción en entes públicos y la evasión de impuestos.
Sin embargo, esta actividad per se no es ilegal. De hecho, es una figura aceptada dentro de los marcos jurídicos de muchos países. Siempre y cuando no se utilice como un recurso para vulnerar las leyes o los sistemas tributarios.
Testaferros profesionales
Por lo general, un testaferro es una persona muy cercana al "propietario real" de los bienes que públicamente afirma poseer. Es muy común que se trate de familiares colaterales (tíos, sobrinos, primos), ya que de esta forma es más difícil establecer vínculos afectivos.
Lo que es mucho más sencillo cuando el grado de consanguinidad es de primer grado (padres, hermanos, hijos, cónyuges).
Alternativamente, quienes desean mantener oculta su participación en algunos negocios, recurren a amigos muy cercanos. Después de todo, debe existir plena confianza entre las partes, ya que quien ejerza de representante legalmente tendrá todo el poder sobre aquello que esté a su nombre.
Pero más allá de los círculos íntimos, los interesados en contar con un testaferro pueden contratar los servicios de profesionales en la materia. Hombres y mujeres que se ganan la vida cumpliendo esta labor. Quienes conocen a la perfección todos los entrecejos legales para cumplir con sus propósitos sin inconvenientes.
Psicología del testaferro
No cualquier persona puede ejercer este papel. Los testaferros son personas flexibles y versátiles, capaces de adaptarse rápidamente a cualquier circunstancia. Sin inconvenientes para interponer los intereses de terceros sobre los propios.
Además, deben ser sumamente convincentes para que nadie dentro de su entorno dude de sus acciones y de su proceder. Más importante aún: que todos le crean al presentarse como propietarios de diversos activos o cuando los dígitos dentro de sus estados de cuenta aumenten considerablemente.
En resumen, un buen testaferro es en esencia un buen actor. Teóricamente, quienes se ganan la vida prestando su piel al servicio de distintos personajes, son ideales para llevar adelante este tipo de trabajos.
Sin embargo, sus perfiles públicos representan un obstáculo insalvable. Ya que otra de las características frecuentes de quienes cumplen esta función es que son unos completos desconocidos.
Para bien o para mal: responsabilidad total
Como ya se hizo mención en los párrafos precedentes, ejercitar la función de testaferro no es un delito. Como tampoco lo es valerse de uno.
El problema está cuando esta actividad se utiliza con fines ilícitos. Y en estos escenarios, siempre serán responsables ante la ley los dos extremos de la cadena. Tanto el contratante (el dueño real de los activos), como el contratado.
Algunas legislaciones guardan excepciones que pueden exculpar por los delitos eventualmente cometidos a personas que cumplan ciertas características.
Principalmente cuando empresarios o políticos en funciones de gobierno que quieren ocultar datos financieros, contratan a individuos pertenecientes a grupos vulnerables. Hombres y mujeres en situación de calle o adictos a sustancias estupefacientes, por ejemplo.